Supo tener miles de empleados. Sonaba una sirena que se escuchaba en todo el pueblo cuando era hora de cambiar el turno.
Cientos de bicicletas colgaban como ganchos de chorizos -sin exagerar- en los lugares dispuestos para tal fin; también autos y motos llenaban las playas de estacionamiento. Además, durante la primera mitad de la década de 1990, llegaban cinco colectivos por turno, de la línea local. Todo fue la muestra del enorme número de personas que trabajaba en ese histórico lugar llamado «La fabrica», por la gente del pueblo .
Un espectáculo era ver salir a toda esa gente de laburar con su uniforme, verde en una época, gris en otra. Muchos caminaban a sus casas en grupo; ahí se veía a los trabajadores de «La fabrica» con la ropa de trabajo todavía puesta copando las calles de Jepenner. Orgullosos de ese atuendo que marcaba la pertenencia a una empresa que supo ser potente y que desde hace años agoniza.
Estos son apenas unos recuerdos de fines de los años 80, principios de los 90.
«La fabrica» de Jeppener tiene una extensa y rica historia que demandaría un trabajo complejo poder contar detalladamente lo que significó para muchísimas personas a lo largo de décadas.
Varias generaciones se han ganado la vida trabajando en ese lugar, han construido sus hogares. Casi todo el mundo aquí en el distrito de Brandsen y también en ciudades vecinas -en menor medida- tiene una persona allegada que trabajó allí.
La querida fabrica de Jeppener viene mal herida desde hace muchos años por cuestiones que no analizaremos en este texto.
Sin embargo, es necesario rescatar del baúl de las cosas olvidadas, que fue una Organización que formó parte de la cultura del vecino pueblo de Jeppener. Fue mucho más que un lugar de trabajo.
Hoy, 16 de abril de 2021, aparece en publicaciones de una inmobiliaria, ofreciendo galpones en alquiler.